sábado, 16 de mayo de 2009

MEDIDAS Y ACCIONES CENTROAMERICANAS

Aprovechar las Oportunidades y mitigar los efectos adversos reportes y estudios (CEPAL)
El Istmo Centroamericano ha experimentado un período de auge en el sector externo durante los últimos cuatro años. En este panorama se presentan fortalezas y debilidades. Entre los elementos positivos pueden mencionarse los importantes flujos de la inversión extranjera directa (IED), cuyo principal destino ha sido el sector inmobiliario vinculado al turismo, la infraestructura, las telecomunicaciones y la maquila, además de las cuantiosas remesas familiares provenientes de los inmigrantes en Estados Unidos.

En contraste, los déficit comerciales se han elevado por el dinamismo de las importaciones, el deterioro de los términos del intercambio y la vulnerabilidad a los choques externos. Los países centroamericanos han destinado mayores recursos a la importación de alimentos y combustibles en años recientes debido a la evolución de sus precios. Entre 2000 y 2007 estos productos ampliaron su participación de 23% a 31% del total de sus importaciones; de este porcentaje, 67% corresponde a hidrocarburos. La otra tercera parte la constituyen los granos básicos (34% trigo, 45% maíz y 20% arroz).

También en el comercio intrarregional se detectan fortalezas y debilidades. Entre las fortalezas se cuenta el que la mayor parte de los productos comerciados tienen un valor agregado más elevado que los destinados a terceros mercados; además, existe cierta complementariedad en su especialización, principalmente en el área de productos agropecuarios comerciados, y en ello. Se reflejan las ventajas comparativas propias de cada país. También es importante el avance en la integración regional centroamericana y la mayor participación de Panamá. Entre las debilidades cabe mencionar las asimetrías en los niveles de desarrollo entre los países y los beneficios que derivan del comercio entre ellos siendo los menos beneficiados Honduras y Nicaragua y los mayores exportadores Costa Rica y Guatemala.
A fin de no agravar el problema de la desaceleración, es conveniente utilizar medidas heterodoxas frente a posturas monetarias más restrictivas. Se podría tratar de controlar, y si fuera posible evitar, el aumento generalizado de salarios, especialmente en el sector público, con objeto de no entrar en una espiral de indización de precios y salarios. Hasta donde las finanzas públicas lo permitan, se podrían mantener o introducir subsidios a la energía y el transporte para mitigar el efecto del alza de los precios internacionales de petróleo y gas. Finalmente, los “pactos sociales” entre el gobierno y el sector privado para evitar alzas de alimentos y otros productos de la canasta básica podrían utilizarse también como mecanismos temporales para impedir tensiones sociales.

Mantener los precios bajo control es de suma importancia por el impacto diferenciado y el carácter regresivo de la inflación, que produce una mayor afectación en los estratos pobres. Los gobiernos tampoco deberían olvidar los efectos sociales de una desaceleración económica. En particular, los estratos de menores ingresos son más vulnerables a un deterioro de las condiciones económicas que los estratos de mayores ingresos, y es necesario implementar una política social que tome en cuenta estas asimetrías. Además, con la desaceleración del crecimiento económico empeoraría la situación del mercado laboral. El desempleo y el subempleo afectan de una mayor manera a los pobres y a los marginados. En la segunda parte del año sería adecuado que la política macroeconómica comenzara a actuar con mayor fuerza de manera contracíclica, conforme se desacelere el crecimiento del PIB.

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